La maternidad subrogada o vientre en alquiler, como también se le conoce, es una práctica donde una mujer decide quedar embarazada, llevar a término el embarazo y luego entregar el bebé nacido a una pareja o persona, para que se conviertan en los padres del niño; esta práctica puede hacerse con o sin fines lucrativos. Por todo el mundo es un tema que ha generado muchas controversias a nivel social, ético y legal; las cuales trataremos en este post.
Tabúes sobre la maternidad subrogada
Esta práctica se hizo comercial desde los años 1970 y desde entonces han surgido las diversas controversias; los principales debates giran en torno al aspecto legal, social y ético.
Aspecto legal
En la India está legalizada la maternidad subrogada, incluso están definidos los costes que implica el proceso; en el 2008, la Corte Suprema de la India emitió una sentencia para permitirla; por lo que se convirtió en uno de los lugares del mundo con mayores procesos de subrogación. Luego, en el año 2013 se prohibió esta práctica a homosexuales, solteros extranjeros y parejas de países en los que esté prohibida esa práctica; y por las diversas polémicas surgidas, en 2016 entró en el Parlamento una propuesta para prohibir la práctica por completo.
En algunos países como España, está prohibido y no tienen ningún apoyo en cuanto a derechos legales; y en otros países no existe una aprobación o una prohibición al respecto. Ahora bien, en sentido legal se ha abierto todo un debate; ya que hay quienes apoyan la maternidad subrogada y piensan que el prohibirla solo acarrea que los procesos se hagan más hostiles, que la gestante sea más vulnerable, que haya fallas en los pagos, condiciones de insalubridad, etc.
Estas personas consideran la prohibición a las mujeres como una violación a los derechos de la mujer y el tener un trabajo digno; incluso lo ven como una hipocresía, afirmando que el verdadero negocio lucrativo no lo tienen precisamente estas madres; más bien se refiere a grandes clínicas, doctores y hasta políticos; ya que la maternidad subrogada se ha visto incluso como una práctica para atraer turista a un país, que sin esa práctica nadie visitaría.
Se puede asemejar a lo que sucede con la donación de órganos y la mafiosa red que está detrás de todos esos procedimientos; y aunque es ilegal, mucha gente paga cantidades inimaginables por obtener un órgano, sin importar que suceda con el donante.
Ahora bien, desde el punto de vista ético, se cuestiona a una madre que entrega a su hijo a fin de obtener ingresos económicos; hay quienes repudian este hecho, ya que, a excepción de quienes lo realizan de forma altruista, solo se trata de capitalizar un niño y ponerle precio; así que es solo un objeto comercial más.
Po ejemplo, es bueno considerar los aspectos psicológicos en vueltos en estas prácticas; un niño que es separado de su madre se le viola sus derechos fundamentales, como la lactancia materna; se rompe de forma abrupta un vínculo único con su madre, ya que, con solo el olor, la voz y hasta el latido del corazón, el niño puede identificar a su madre.
Además, el nacido pierde su identidad, ya que si los nuevos progenitores no desean contar la realidad de su origen, nunca lo sabrá. Y lo más grave, es que estos niños pueden tener problemas de salud, como estrés, ansiedad o padecer el síndrome del abandono.
Esta situación puede agravarse, cuando se mira con una lupa las cláusulas del proceso de maternidad subrogada; algunas de estas permiten el aborto en la madre gestante, otras incluso aprueban el abandono del bebé si no cumple las expectativas de los nuevos padres; como si se tratara de un producto que puedes tirar.
Además, si la gestora recurrió a esta práctica por no tener recursos para vivir, difícilmente pueda criar y mantener un hijo que no planificaba tener; por lo que también surge una nueva distorsión, en cuyo caso el niño siempre es el principal perdedor; ahora tendrá que crecer en condiciones precarias y sin haber sido deseado; por lo que tendrá que lidiar con un sentimiento de rechazo.