Para lucir una piel del rostro sana y luminosa, debes mantenerla limpia. Pero limpia no significa bañarse y ya, con eso no basta. El maquillaje, el humo de los coches y de los cigarrillos y la polución en general, ensucian la piel a un nivel que no es perceptible a la vista. Es por este motivo que es recomendable limpiarla dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche.
Pero limpiarla no es el único paso para que se vea radiante. Hay algunas manchas o problemas de la piel que una limpieza superficial no puede quitar y es ahí donde debemos recurrir a un método más profundo como es la exfoliación.
En ocasiones ambas suelen confundirse, pero existen diferencias entre exfoliación y limpieza. La limpieza, como mencionamos, elimina la suciedad, el maquillaje y otras impurezas, mientras que la exfoliación elimina las células muertas de la piel que pueden obstruir los poros y provocar, por ejemplo, el acné.
Tanto la limpieza como la exfoliación tienen un propósito importante para mantener una tez saludable y brillante y, también, un orden específico. Para obtener los mejores resultados, la mejor opción es limpiar la piel primero y exfoliarla después.
Limpieza de la piel
Para que la limpieza sea efectiva, la clave está en dar con el producto indicado, que dependerá siempre del tipo de piel. Una piel grasa necesitará un gel o algún producto que contenga agua para el enjuague, mientras que una piel seca, leches o cremas de limpieza. Si no estás segura de cuál es tu tipo de piel, consulta primero a un especialista. No compres productos sin saber qué estás utilizando.
Exfoliación de la piel
La exfoliación no es una novedad. Desde hace muchos años, los seres humanos han dedicado parte de su tiempo a exfoliarse la piel con diferentes métodos. En la Antigüedad se utilizaban productos naturales como el azúcar. Los granitos realizaban la labor de abrasión que es la tarea de un exfoliante en la actualidad. Hoy en día, la mayoría de casas de cosmética disponen de distintos productos adaptados a cada tipo de piel.
La exfoliación es una limpieza en profundidad que aporta múltiples beneficios, pero el principal es una óptima regeneración epidérmica. Este proceso retira las células muertas y, aunque es algo que la piel realiza de forma natural, con los años se va ralentizando. Es por eso que, a medida que envejecemos, la frecuencia con la que exfoliemos nuestra piel debe ser mayor.
Existen dos tipos de exfoliación: mecánica y química. En la mecánica se utiliza un elemento abrasivo, como una esponja, para eliminar las células muertas de la piel. Por otro lado, en la exfoliación química, la disolución de las células muertas se genera lentamente a través de la aplicación de productos químicos.
Si tienes la piel sensible, debes tener cuidado con la exfoliación química ya que, puede picarte o incluso quemarte. Ahora, si padeces de rosácea o de algún tipo de alergia, es probable que la piel directamente no sea capaz de adaptarse a este tipo de exfoliación.
Por le lado de la exfoliación mecánica también encontrarás productos con micropartículas, mascarillas peel off, cepillitos faciales eléctricos e incluso toallitas con acción exfoliante. El resultado es el mismo, la elección radica en un tema de preferencia personal.
Cada cuánto debes exfoliarte
Para pieles de normal a grasas y menores de 40 años, es suficiente con una exfoliación quincenal. A partir de los 41 años, la frecuencia debe ser semanal. En el caso de pieles secas jóvenes, una exfoliación mensual es lo recomendado. Para las pieles secas maduras, la frecuencia aumenta a una vez cada quince días. Un dato importante: la zona del contorno de los ojos es demasiado fina y no conviene someterla a una exfoliación.
Exfoliantes caseros: ¿sí o no?
Es normal tener alguna crema granulada o exfoliante dentro del kit de skincare. Estos productos trabajan de forma mecánica, desprenden suciedad y células muertas, pero su acción es superficial. Es decir, que al final del día, sus resultados no son los mejores. Solo los productos químicos pueden penetrar profundamente en todas las capas de la piel y, dependiendo del tipo de ácido utilizado, también ofrecen otros beneficios. Por ejemplo, el ácido tricloroacético ayuda a las manchas y pequeñas arrugas; el salicílico combate y previene la aparición de acné y el ácido láctico aporta luminosidad.
Lo mismo sucede con las tiritas tipo peel-off utilizadas para remover puntos negros. Si bien limpian el poro de manera instantánea, este se vuelve a llenar de impurezas y de sebo al poco tiempo.
Mantener la piel limpia es fundamental si queremos verla luminosa y brillante. Cuidarla de los factores externos que la ensucian y comprometen es un mimo para ella y para ti. Si no puedes limpiarla dos veces al día, al menos hazlo cada noche. Por el lado de la exfoliación recuerda que no debe hacerse seguido ya que, sensibiliza la piel. Nunca es tarde para empezar, así que si aún no lo has hecho, esta es tu señal. Ya no tienes más excusas.