Correr es un deporte que mejora nuestra salud física y mental.
Es capaz de aliviar el estrés y reducir los síntomas de depresión y ansiedad. Cuando hacemos este esfuerzo, nuestros cuerpos naturalmente liberan hormonas que mejoran el estado de ánimo. Introduciendo esta práctica en nuestra rutina se puede prolongar la sensación de bienestar, mejorando la percepción de calidad de vida.
En cuanto a la parte física, el acto de correr aumenta nuestro gasto calórico, cobrando así importancia en el proceso de adelgazamiento. Además, mejora la condición muscular de las piernas y fortalece nuestros huesos. Quizás uno de los beneficios más importantes es la mejora del estado físico, que reduce la incidencia de enfermedades cardíacas y ayuda a aliviar los síntomas de quienes ya las padecen. En este caso, la recomendación es realizar un seguimiento médico con un profesional de educación física.
Las posibilidades de ganar desafíos son ilimitadas: correr el primer kilómetro o mejorar tu tiempo en maratón, hay espacio para que todos se beneficien. Ahora que finalmente ha decidido introducir el correr en su rutina, le brindaremos algunas pautas sobre cómo comenzar este viaje de manera segura.
¿Todos pueden correr?
Por nuestra anatomía se puede decir que el cuerpo humano está hecho para correr, es decir, somos corredores naturales, pero en general no somos corredores naturales. A través de los avances de la tecnología y las necesidades de la vida moderna, cada vez menos el ser humano ha perdido la necesidad de correr. Hoy en día, la mayoría de los viajes se hacen en coche y para conseguir comida podemos pedir apps, por lo que los únicos que necesitan correr son los deportistas que viven del deporte (una parte muy pequeña de la sociedad). Por todos estos hechos, muchas veces nuestro cuerpo no está preparado para recibir el desgaste que provoca correr.
Nunca he corrido, quiero empezar a correr para tener una vida más sana, ¿cómo debo empezar?
Todo el mundo conoce a algún amigo que se ha puesto como meta algo así como “a partir de hoy correré todos los días”, y en poco tiempo la planificación se fue por el desagüe. La recomendación es que no corras todos los días, tu cuerpo necesita descansar y, como no estás acostumbrado a correr, necesitas descansar más. Cuando no respetas el tiempo de descanso entre entrenamientos, la probabilidad de lesionarte aumenta y, en ocasiones, tendrás que dejar de correr para cuidarte.
Otra situación es el factor motivacional. Para que tengas éxito en esta nueva actividad necesitas metas tangibles. Comienza corriendo tres días a la semana, descansando entre días y aumentando progresivamente el número de entrenamientos a la semana. Incluso cuando estés bien acondicionado, te recomiendo que sigas dejando uno o dos días a la semana para descansar.
Ahora hablemos del entrenamiento en sí. Si tiene dificultades para correr, comience intercalando episodios de caminata lenta y caminata rápida. Si ya puedes correr, alterna la caminata con momentos de carrera. A medida que corre y mejora su acondicionamiento, corra más y más y camine cada vez menos, ¡hasta que pueda correr todo el tiempo! En este primer momento es importante no preocuparse por la velocidad. Elija ubicaciones planas que conozca para sentirse más seguro.
¿Cómo debo vestirme? ¿Necesito algún equipo especial?
Correr es quizás el deporte más democrático de todos, solo necesitas ropa cómoda, unas zapatillas adecuadas, el suelo y ¡ganas de correr! Recordando que un calzado adecuado es aquel con el que te sientes cómodo corriendo, que no te provoca dolor ni ampollas en el pie. No es necesario tener el más caro del mercado o lo que tu amigo dijo que es bueno, cada cuerpo tiene preferencias diferentes.
CONSEJO ADICIONAL
Consigue un compañero de entrenamiento, alguien cercano a ti dispuesto a embarcarse en esto, si es posible que esté en el mismo condicionamiento que el tuyo para que podamos evolucionar juntos.
Tener un compañero de entrenamiento y comprometerse con otra persona puede ser un gran factor de motivación para que seas constante en el entrenamiento.