Unos de los sentidos más complejos y extraordinarios que tenemos es el oído; conocer como está formado y cuanta relación tiene con lo que pensamos aumentará la fascinación por estudiarlo. Así que sigue leyendo este artículo y conoce más sobre tu cuerpo.
Las tres fases del oído
El cerebro puede reconocer y procesar las ondas de vibraciones que produce el sonido, gracias al recorrido que realiza desde el oído externo hasta el oído interno. El oído externo es el pabellón auricular u oreja; gracias a los pliegues que tiene la oreja se modifican las ondas sonoras según el lugar de donde vino el sonido. Por su parte el cerebro capta esas mismas variaciones, compara la intensidad y el momento de la captación del sonido en los dos oídos hasta determinar de dónde vino esa fuente de sonido.
En el oído medio funciona otro mecanismo, en él se trasmite el movimiento del tímpano al líquido contenido del oído interno. Todo esto está a cargo de tres pequeñitos huesos, llamados por su forma martillo, yunque y estribo. Estos trabajan en conjunto como un engranaje; además están unidos a dos delicados músculos que, al recibir un sonido intenso de baja frecuencia, se tensan evitando que se muevan los 3 huesecillos anteriores para que se protejan del daño que puede producir. Estos pueden mantenerse así por un máximo de 10 minutos, dando tiempo de retirarnos de ese fuerte sonido.
Cuando esos tres pequeños huesos se mueven causan vibraciones a la ventana oval del caracol, formando ondas en el líquido. El caracol se encuentra en el oído interno y tiene forma de espiral; dentro de ese laberinto está la membrana basilar que es uno de los tejidos que dividen el caracol. Dentro de dicha ventana se encuentra el órgano de Corti que contiene miles de células ciliadas.
Cuando las ondas de sonido curvan la membrana basilar en frecuencias concretas, las células ciliadas rozan la membrana tectorial que, a su vez, producen impulsos que llegan al cerebro. De hecho, cuanto más intenso es el sonido más células se estimulan y con más rapidez, por lo que el cerebro recibe un sonido más fuerte.
Funciones del oído
Ya recibidos esos impulsos, el cerebro tiene la capacidad de trasformar la percepción mental del sonido por medio del torrente de datos que le brindan los impulsos nerviosos. Por ejemplo, el cerebro puede distinguir una conversación de entre muchas y concentrarse en ella. Incluso el cerebro procesa el sonido de una voz transformándola, así podemos distinguir la voz de las diferentes personas que conocemos; por lo que en total el oído puede distinguir unos cuatrocientos mil sonidos diferentes.
De hecho, el cerebro de un pequeño bebé necesita percibir el sonido de la voz de su madre para poder desarrollar, no solo el oído, sino también la capacidad de hablar. Sus pequeños oídos pueden distinguir el tono y la manera de hablar de su idioma natal; por lo que cuando crecen lo hacen de manera tan natural como los otros nativos.
Cómo afecta nuestras emociones
Así mismo, nuestras emociones tienen relación con lo que oímos, al escuchar una risa desbordante se nos contagia; o cuando escuchamos palabras sinceras de ánimo o interés sentimos mucho placer y sosiego. Por otra parte, escuchar la suave brisa, el canto de las aves y otros animales aunque estén a distancia, nos permiten disfrutar de muchas sensaciones y emociones maravillosas. Además está relacionado con nuestro aprendizaje, gran parte de ello va ligado con lo que escuchamos y se nos queda grabado.
Este es un grandioso sistema que trabaja en sintonía para un mismo fin para que podamos comprender lo que escuchamos; por lo que es importante para el entendimiento y la comunicación. Para concluir te invitamos a dejarnos tus comentarios y sugerencias al final del artículo, así como compartirlo con tus amigos.