La gestión empresarial representa uno de los mayores retos que puede llegar a asumir cualquier persona a lo largo de toda su trayectoria profesional. No es para menos: mantener bajo control cada pequeño detalle de lo que sucede en una corporación es verdaderamente complicado. Sin embargo, hoy en día existen ciertos recursos que pueden contribuir a que todo se desarrolle correctamente y libre de riesgos corporativos. Algo que nos lleva hablar del concepto Due Dilligence, el cual ha calado con una fuerza drástica en lo que respecta a la seguridad empresarial. Presta atención: hay mucho más de lo que piensas en juego y este recurso puede suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Qué es el Due Dilligence
Entre todos los elementos que se deben tener siempre bien atados, la situación financiera de la empresa es uno de los más relevantes. En este sentido, el due diligence o debida diligencia es crucial de cara a prevenir los riesgos provocados por terceros. Una serie de peligros que se pueden dar en movimientos estratégicos clave para el futuro de la organización, como las adquisiciones o las fusiones.
De este modo, el Due Dilligence sirve para que todos los socios que van a participar en un proceso M&A tengan la información que necesitan sobre la operación en cuestión. Nada de balances falsos, pasivos laborales no declarados, activos inventados, contratos con vicios, delitos fiscales o demandas de terceros. Con un análisis de estas características, el cual suele delegarse en auditores y abogados de renombre, todo gozará de una transparencia incontestable.
El KYC como base de tu estabilidad
Dentro de los procesos asociados al Due Dilligence, hay uno que ha calado especialmente: el Know Your Customer o KYC. Se trata de un imperativo legal que busca prevenir todo tipo de problemáticas financieras dentro del ecosistema empresarial. Ejemplo de ello es el lavado de dinero, la financiación del terrorismo, la corrupción o el tráfico de influencias.
Una de las principales ventajas de este sistema del Due Dilligence es que se puede elaborar según una guía de pasos perfectamente detallada. La entrevista con el cliente, la solicitud de la información que pueda ser relevante para el negocio, cotejar los datos con los registros públicos y elaborar un informe son las cuatro pautas principales. Ahora bien, el KYC no es algo que se haga una vez y listo: es necesario actualizar esta información para detectar posibles irregularidades con el paso del tiempo.
Otras medidas de contingencia que debes aplicar
Si asumimos riesgos en el marco financiero, toda la integridad económica de la empresa se pone en peligro. Algo que puede echar por tierra la viabilidad del negocio de forma arrolladora. En este sentido, el balance de situación de una compañía es fundamental para prevenir estafas y conflictos. Una medida de contingencia asociada al Due Dilligence que sirve para hacer un esquema general del alcance de la situación de una empresa, así como crear una definición jurídica de dicho aspecto.
Todo balance de situación representa los bienes y derechos de una empresa en un momento concreto de tiempo. También determina todas las obligaciones contraídas en dicho tiempo. Al restar el segundo dato al primero, se obtiene el patrimonio neto exacto de la corporación. Una información sin la cual no podemos llegar a ningún tipo de acuerdo operacional con terceros; ya que no sabríamos si su situación financiera es sostenible y no nos va a afectar.
Como puedes observar, son muchas las materias que son objeto de estudio y que se deben analizar con precisión. Asimismo, queremos hacer hincapié en algunos de los riesgos financieros más habituales. Entre los que no dependen de la mala praxis de terceros de forma directa, encontramos los operativos, los coyunturales o los de compliance.
Ahora bien, los riesgos crediticios y los de inversiones de corto plazo sí están asociados en gran parte a los problemas que se pueden llegar a generar en otras entidades. Sea como sea, es importante conocer las técnicas más destacadas a la hora de protegerse y recurrir a procesos como el Due Dilligence en aras de garantizar que todo funciona como toca. ¡Nunca se es demasiado precavido cuando hablamos de seguridad empresarial!