Aunque en nuestros días el tabaco es una sustancia ampliamente conocida, su presencia a lo largo y ancho del globo no es tan longeva como cabría imaginar. En América, zona de la que es originaria, la planta del tabaco se consumía hace 4.000 años. Sin embargo, el resto del mundo no gozó de sus efectos hasta la llegada de los españoles a América, originando una situación que continúa hoy.
En la actualidad el tabaco no solo es consumido en todo el mundo, sino que también dispone de numerosos accesorios, variantes y componentes. De hecho, es corriente diferenciar entre fumadores que apuestan por el tabaco compacto y quienes prefieren el tabaco de liar. Así, comercios como Papeles Smoking ofertan papeles, filtros y accesorios adaptados a todos los gustos y necesidades.
La llegada del tabaco a Europa
Como hemos comentado, en el continente americano la planta de la Nicotina Tabacum era ampliamente conocida. En la parte central y del sur de América, los nativos consumían de manera habitual esta planta, ya fuera «fumándola» o ingiriéndola.
Cuando los españoles llegaron a América, se quedaron fascinados por esta planta, a la que, siguiendo a los nativos, asociaron beneficios medicinales. De este modo, el tabaco llegó a Europa, donde despertó curiosidad y recelo.
Al poco tiempo de su aterrizaje, comenzaron a surgir voces discordantes. En la propia América, los conquistadores consumían tabaco, y algunos de ellos aseguraban tener visiones diabólicas. Así comenzó un debate que giraba en torno al consumo del tabaco, el uso que debía dársele a esta planta y cuán pecaminoso era su consumo.
Pero el negocio del tabaco había comenzado. Jesuitas y Papado se enzarzaron en una lucha por conseguir beneficios de exportación, al tiempo que la curiosidad y consumo por este descubrimiento se difundía por Europa. El embajador francés en Lisboa, Jean Nicot (a quien debemos el nombre de la «nicotina»), recomendó su uso a Catalina de Medicis, reina de Francia, quien sufría fuertes dolores de cabeza. De este modo, las cortes europeas vislumbraron el tabaco como un manjar exótico y, por ende, una moda asociada al ocio.
Revolución industrial y globalización
El consumo del tabaco creció, aunque su desorbitado precio lo convertía en un producto accesible para unos pocos. Sin embargo, con la industrialización que generó la revolución industrial, el precio del tabaco se desplomó y provocó que las clases sociales bajas tuvieran acceso a este producto. Entre otras, ello se debió a la creación de máquinas capaces de fabricar una enorme cantidad de cigarrillos.
El consumo del tabaco se disparó desde entonces, alcanzando cifras desorbitadas durante la Primera Guerra Mundial y los años veinte. El tabaco se utilizaba como un bien de intercambio, una situación que continuó en la Segunda Guerra Mundial y durante la posguerra.
Durante todo el siglo XX, el consumo del tabaco era común en todo el globo. Las campañas publicitarias de las grandes tabacaleras incitaban a hombres, mujeres y niños a fumar. El económico precio y el hecho de que el tabaco se consumiera de manera rápida generaba enormes beneficios en la economía nacional.
Sin embargo, a finales del siglo XX y durante el siglo XIX los Estados impusieron controles y cada vez más restricciones. En la actualidad, el tabaco conserva la esencia de producto asociado al ocio, aunque se promueve un consumo respetuoso y controlado.