Instagram, Facebook, Tik Tok, Twitter o Youtube, se han convertido en plataformas que aglomeran suficiente atención -y dinero- como para representar un canal sumamente importante para la carrera de muchos famosos. Algunos, ante eso, optaron por el camino más rápido.
Crear una audiencia de calidad, cuantiosa, homogénea, orgánica, totalmente enfocada en el contenido de un perfil, es una actividad que toma mucho tiempo y demanda coherencia y constancia por parte del propietario de ese perfil. Algo que también, como es lógico, guarda relación con los perfiles de empresas o negocios que buscan destacar en las redes sociales.
Durante muchos años, las plataformas digitales hicieron caso omiso a algunas estrategias que sin duda son deshonestas o prohibidas. Sin embargo, actualizaciones de algoritmos, actualizaciones de políticas, estudios independientes de empresas del sector, y hasta el sentido común, han permitido detectar que algunas cuentas influyentes y con millones de seguidores pudieran estar utilizando métodos alejados de “lo orgánico”.
Famosos con seguidores falsos
Instagram se ha convertido en la plataforma de redes sociales del momento. Utilizada por un público bastante joven y enfocada en vender y en “vender a través de los ojos”, el acto de comprar seguidores de Instagram se ha vuelto muy tentador, no solo para las PYMES que quieren crecer más rápido y los usuarios que no quieren perfiles con pocos seguidores, sino que también ha sido una práctica realizada por muchos famosos.
Según estudios independientes de agencias del sector, famosos como Justin Timberlake, Gal Gadot, Zendaya o Miley Cyrus, contaban con hasta un 25% del total de sus seguidores conformado por un grupo de usuarios “sospechosos”, lo que quiere decir que se trata de usuarios de latitudes ajenas al foco de influencia de estos famosos, con baja o nula interacción con sus contenidos, o que directamente se trataba de bots o perfiles creados únicamente para seguirlos.
En búsqueda de la naturalidad
Una de las premisas del marketing digital en torno a las redes sociales, es que la influencia y la calidad de un perfil no se da tanto por la cantidad de seguidores, sino por su interacción. Es decir, que mientras más seguidores interactúen con el perfil, las redes sociales -cualquiera, ya que todas utilizan más o menos la misma lógica- entienden que ese perfil es bastante influyente y que sus contenidos son de alta calidad.
Por eso, además de la compra de seguidores -que en solitario se ha posicionado como una práctica bastante mala-, comprar likes Instagram se ha convertido en un acto conexo con lo primero, y que en conjunto permiten que un perfil, de la nada prácticamente, se convierta en una figura influyente de las redes sociales, porque se estarían mezclando los dos conceptos que hacen que un perfil sea de alta calidad -una buena base de seguidores y una alta interacción-.
Hasta el momento, se habla de los famosos y de Instagram. Pero, en realidad, es una situación que involucra también a empresas -el sector de la moda y de la comida rápida se ha caracterizado por la compra de seguidores, según diferentes estudios- y otras redes sociales se han visto envueltas en polémicas similares.
Sonado es el caso de Twitter, sobre todo a partir de su oferta de adquisición, donde se ha puesto de manifiesto una crisis de credibilidad de datos producto de que muchos de sus usuarios en realidad son bots, pero también está el hecho conocido de comprar fans de Facebook, asumiendo que en la actualidad la red social de Meta se ha convertido en una plataforma para el entretenimiento, por lo que la base de fans es, si se quiere, aún más relevante que en redes como Instagram.
Ante la polémica, lo mejor es realizar las buenas prácticas e invertir inteligentemente en el crecimiento del perfil, sea personal, de negocios o de una empresa. La compra de seguidores, interacciones y demás, pudiera ser algo positivo siempre y cuando se mantenga el equilibrio con una estrategia de crecimiento orgánico, algo en lo que posiblemente fallaron los famosos y empresas aquí citados.