Es habitual que todos cometamos excesos con las comidas durante la Navidad. Son fechas de reuniones con la familia y con los amigos, y esos encuentros suelen acompañarse de comidas pesadas, a veces con alcohol, y con postres y dulces típicos de estas fiestas. Así que hagamos cuentas: al final de las navidades, hemos tenido que digerir cochinillos, mantecados, mazapanes y turrones. Y nuestro organismo lo nota. La flora intestinal sufre como consecuencia de todo esto.
¿Qué podemos hacer? En primer lugar, probablemente intentar controlar los excesos con la comida y la bebida, si es que los cometemos. Y después, intentar regenerar nuestra flora intestinal. Para ello, los probióticos son la solución.
La flora intestinal, víctima de las comilonas
La flora intestinal (o microbiota) está compuesta mayoritariamente por las bacterias que viven en el intestino. Al ser humano le interesan estas bacterias, porque muchas de ellas le son útiles, y acaban resultando esenciales para nuestra salud. Por ejemplo, estas bacterias nos permiten digerir correctamente algunos alimentos (sin ellas no podríamos procesarlos), absorber nutrientes e incluso sintetizar determinados compuestos.
En el intestino hay más de 400 especies de microorganismos. Están, sobre todo, en el intestino grueso y en el colon. Aunque parezca difícil de creer, aquí se concentran millones de unidades, con tareas tan variadas y necesarias para nuestro bienestar como evitar las infecciones gastrointestinales o fabricar vitaminas esenciales.
Pues bien, la flora intestinal se ve atacada por algunos factores inevitables, como las secreciones intestinales o la edad, y por otros que están condicionados por nuestros hábitos de vida, como la dieta o el estrés. Una dieta deficiente o la alteración de la forma en que nos alimentamos puede provocar cambios en la composición de la flora intestinal.
Pero no sólo eso. Hay sustancias que son muy perjudiciales, y muchas de ellas son habituales en esas comidas de Navidad de las que hablábamos. El tabaco, el alcohol, el azúcar o los alimentos procesados no son buenos para la flora intestinal, cuya alteración puede producir no sólo enfermedades, sino determinados trastornos gastrointestinales muy molestos, como los gases, la diarrea, la hinchazón de vientre o el estreñimiento.
Probióticos, la solución para regenerar la flora intestinal
Los probióticos son aquellos “microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades apropiadas, confieren al huésped un beneficio para la salud”, según la definición de un grupo de expertos designados por la Organización Mundial de la Salud y la FAO. De esta forma, los probióticos tienen beneficios contrastados para nuestro organismo.
Tienen como función actuar en el intestino para equilibrar la composición de la flora, y sus beneficios son múltiples. Evitan infecciones de tipo intestinal; controlan el crecimiento de determinados agentes patógenos; estimulan y activan las defensas;; y protegen la flora intestinal de los daños que provocan los antibióticos.
Los probióticos se comercializan bajo una serie de premisas: entre otras, deben ser seguros, debe haber evidencias científicas que corroboren que es beneficioso y contener un número adecuado de unidades para tener dicho efecto beneficioso. Sin el cumplimiento de estos requisitos no pueden recibir esa denominación, de modo que cuando los adquieras sabrás que estás comprando algo que verdaderamente te va a ayudar después de las fiestas que se avecinan.