Son muchas las situaciones en las que puede verse involucrada una empresa que ameritan la intervención de el consultor jurÃdico. Ellos tienen los estudios necesarios para hacer frente a distintos escenarios, dentro de los que se cuentan el daño emergente, el lucro cesante y los concursos de acreedores.
El daño emergente
Un daño emergente consiste en el valor asignado a un bien que ha sufrido una modificación negativa en su valor. Este asunto no puede ser tomado a la ligera, ya que debe ser comprobado para poder llegar hasta la cuantificación correcta. Evidentemente, esto exige que se le pueda otorgar un valor numérico, por lo que conviene conocer como calcular daño emergente.
Es un asunto que va ligado al empobrecimiento, por lo que hace falta tener un buen respaldo para dar con la respuesta correcta y que sea la más beneficiosa al caso.
Este caso puede ocurrir, por ejemplo, al presentarse un accidente de tráfico en el que un conductor de la empresa se vea involucrado con otro coche. El primero tiene la responsabilidad absoluta por haber omitido una luz roja en el semáforo. No ocurrieron daños humanos, solo de los vehículos.
Pues bien, la empresa debe prever todos los gastos que surgirán a propósito de este hecho, tales como reparación del vehículo, compra de repuestos, mano de obra, asuntos que son de carácter inmediato.
También puede ocurrir que sea un proceso que lleve tiempo, por lo que se generan otros gastos adicionales vinculados a la misma temática. Todo esto es un daño emergente y debe ser contemplado con claridad, incluso aunque no exista demanda.
El lucro cesante
Estos dos conceptos van íntimamente ligados, el lucro cesante y daño emergente. En este caso, el lucro cesante se define como un beneficio que no ha podido obtenerse más, y que es producto del daño ocasionado.
Siguiendo con el ejemplo visto anteriormente, imaginemos que la persona que va en el otro coche se dedica a hacer reparto de tartas y postres para un negocio familiar. Es el único vehículo con que cuentan, por lo que este servicio queda restringido hasta que se puedan solventar los daños ocasionados.
Es ahí donde se dice que hay un lucro cesante. El repartidor dejará de percibir el ingreso correspondiente a su trabajo, por lo menos durante el tiempo en que el coche esté en reparaciones.
Todo esto tiene un fundamento legal específico, que debe respetarse y mantenerse a lo largo del tiempo. Sin embargo, para una mayor exactitud en torno a lo que tiene que ver con cantidades y presupuestos, lo mejor es también contar con el apoyo de un economista que sentará mejor las bases numéricas para estos casos.
Es importante destacar que todas estas eventualidades deben ser presentadas a través de un informe para el que hace falta disponer de los conocimientos de un buen consultor jurídico, pero que además, realice un asesoramiento profesional para gestionar las crisis que puedan devenir en estos casos.
Los concursos de acreedores
Este es otro evento donde resulta conveniente contar con un asesor jurídico. La crisis en España ha traído consigo que muchas empresas pierdan la fuerza económica para mantenerse a flote, por lo que se ven obligadas a solicitar que algún inversionista les ayude para regresar a un buen nivel. A esto se le conoce como concurso de acreedores.
Este es un procedimiento que se realiza en tres fases, que deben ser cumplidas acertadamente para obtener un resultado satisfactorio: la fase común, la de convenio y la de liquidación.
La fase de convenio en concurso de acreedores es la más versátil, porque puede realizarse en paralelo con la común o convertirse de una vez en la de liquidación. Todo esto dependerá de lo que se vaya generando durante el proceso.
Puede que en un concurso no existan acreedores que vean de forma positiva el comportamiento de la empresa, por lo que decidan retirarse evitando que se obtengan los beneficios. Por ello, es indispensable tener el contacto de un buen consultor jurídico que lleve en orden todo el proceso y ayude a que todo se solvente de manera satisfactoria.