MOSCÚ (La tarde) – El viernes (28 de mayo) Rusia pidió la decisión de Estados Unidos de no volver a unirse al pacto de control de armas de Cielos Abiertos, que permite vuelos de vigilancia desarmados sobre los países miembros, un error político que suena amargo antes de una cumbre de agencias informada.
Estados Unidos le dijo a Rusia el jueves que no volvería a unirse al pacto, que Washington abandonó en noviembre, acusando a Rusia de violarlo, algo que Moscú negó.
La decisión original de retirarse del pacto fue tomada por el gobierno del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y Moscú esperaba que el presidente Joe Biden revirtiera esa decisión.
Sergei Ryabkov, viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, fue citado por la agencia de noticias RIA el viernes diciendo que Moscú estaba decepcionado pero no del todo sorprendido por la decisión de Biden.
“Ciertamente no nos hace felices, es decepcionante porque Estados Unidos ha perdido otra oportunidad … de hacer una contribución positiva a la tarea de fortalecer la seguridad en Europa”, dijo RIA citando a Ryabkov.
El presidente ruso Vladimir Putin y Biden celebrarán una cumbre en Ginebra el próximo mes y se citó a Ryabkov diciendo que la negativa de Estados Unidos a regresar a Cielos Abiertos no creó una atmósfera propicia para las discusiones sobre control de armas en la cumbre.
“Estados Unidos ha cometido otro error político, infligiendo un nuevo golpe al sistema de seguridad europeo”, dijo Ryabkov a la agencia de noticias TASS.
“Les dimos una buena oportunidad, que no aprovecharon. Siguen circulando mentiras sobre las violaciones de este acuerdo por parte de Rusia, lo cual es completamente absurdo”.
El gobierno ruso, que en enero anunció sus propios planes para abandonar el pacto, presentó el 11 de mayo una legislación al parlamento para formalizar su salida.
En ese momento, un portavoz del Kremlin dijo que una de las razones era que Estados Unidos aún podía recibir información obtenida a través del tratado de sus aliados de la OTAN.
El tratado, que se firmó en 1992 y entró en vigor en 2002, permite a las naciones realizar vuelos de vigilancia desarmados a corto plazo sobre todo el territorio de otras partes.
El propósito del tratado, que permite a las naciones recopilar información sobre las fuerzas militares de las demás, es aumentar la transparencia y generar confianza entre los países.