El verano está a la vuelta de la esquina y la tan temida operación bikini ya ha comenzado para muchos españoles. Todos buscan lucir un cuerpo lo más tonificado posible durante los meses de sol y playa, pero es importante no olvidar que las dietas milagro no existen y que no debemos poner en riesgo nuestra salud, sino seguir una alimentación saludable.
Esta directriz se aplica también al cuidado de la piel. Es habitual que antes de la llegada del verano muchas personas busquen broncear su piel para que esta no parezca tan pálida en traje de baño. La exposición prolongada al sol de manera directa puede causar daños irreparables en nuestro organismo por lo que es muy importante controlar el tiempo que pasamos tomando el sol. La tecnología ha evolucionado tanto que en la actualidad existen aplicaciones para casi todo, para visitar desde un museo y sus obras a casinos online con diferentes disciplinas y juegos y tiradas gratis, hasta aquellas para escuchar libros de todos los géneros o aprender a cocinar, pasando, cómo no, por apps que te ayudan a controlar el tiempo de exposición al sol de cada individuo. Este es el caso de Solare, Sunscreenr, UV-Derma o InfoSun, que cuentan con diferentes parámetros para optimizar la exposición al sol de la manera más segura para nuestra piel.
No obstante, para aquellos cuya piel sea demasiado sensible o no quieran favorecer su envejecimiento con largos períodos de exposición, pero, al mismo tiempo, deseen lucir un moreno natural, existe la opción del autobronceador. Este tipo de productos son muy populares en dermocosmética, pero conviene tener unas nociones previas sobre su funcionamiento y componentes para evitar posibles reacciones alérgicas o manchas derivadas de una mala aplicación.
En primer lugar, es necesario diferenciar los tipos de autobronceadores que hay actualmente en el mercado. De esta forma diferenciamos entre autobronceador en spray, cuya principal ventaja es un secado más rápido; autobronceador en mousse, con una textura suave y un tiempo de actuación alrededor de las 6 horas; lociones autobronceadoras, similares al mousse y recomendadas especialmente para las pieles secas; manoplas autobronceadoras, de un solo uso; y toallitas autobronceadoras, solo para uso en el rostro.
Una vez conocidos los tipos de producto, ¿cuál se debe escoger? Si es la primera vez que se va a usar un autobronceador se recomienda empezar por aquellos en textura crema o mousse porque es más sencillo de extender por todo el cuerpo sin dejar zonas sin producto que, más tarde, quedarían blancas. Para este tipo de autobronceadores es necesario usar una manopla, que no debemos confundir con las manoplas autobronceadoras, para ayudar a que la aplicación sea homogénea. Asimismo, y como ya hemos comentado, esta opción es la ideal para las pieles secas, puesto que aporta un plus de hidratación. Las manoplas con el producto ya incorporado también son una buena opción si no se tiene mucha experiencia, huyendo siempre del spray, que es el más complejo de aplicar.
Independientemente del autobronceador por el que se opte siempre se deberán seguir los siguientes pasos: exfoliación, hidratación, aplicación y lavado. De esta forma, es necesario exfoliar la piel al menos 24 horas antes de la aplicación del autobronceador, prestando especial atención a zonas como los pies, las muñecas o los tobillos, que suelen ser más secas. Una vez la piel esté exfoliada, llega el momento de la hidratación. Este paso es muy importante y no se debe obviar, ya que la piel debe estar lo suficientemente hidratada para que el producto haga efecto.
Pasadas 24 horas de la exfoliación e hidratación, llega el momento de aplicar el autobronceador. Es recomendable, como ya hemos avanzado, ayudarse en esta tarea de una manopla para conseguir que todas las partes del cuerpo reciban la misma cantidad de producto. A la hora de extender el autobronceador, si se opta por uno en crema, debe hacerse mediante movimientos circulares y siempre repartiendo la misma cantidad de producto.
Una vez aplicado, lo más habitual es que se necesite un aclarado. En este punto es importante leer las instrucciones de cada autobronceador, pues en algunos casos no es necesario. Por norma general, la ducha deber realizarse entre 1 y 3 horas después de aplicar el producto en función a la intensidad del tono que se esté buscando. Si se desea un resultado más contundente, se puede aplicar el autobronceador por la noche y ducharse al día siguiente. No obstante, de nuevo es importante revisar las instrucciones de cada producto.
Una vez realizados todos estos pasos ya solo faltaría lucir el resultado. Cabe señalar que los efectos no suelen ser permanentes, sino que se irá yendo de manera progresiva tras la ducha.