Privacidad, transparencia y eficiencia, rasgos de las criptomonedas
Parece que vayamos donde vayamos, el término bitcoin suena con cada vez más fuerza. Lo primero que has de saber es que el bitcoin es simplemente un ejemplo de criptomoneda, al igual que otros como Ethereum, Litecoin o Ripple. Desde plataformas especializadas en la inversión, podemos abrir cuenta gratis con la que comenzar a adquirir estos bienes, con la esperanza de obtener una revalorización con el paso de los años. Ahora bien, aunque no hay nada seguro, los expertos tienen razones de sobra para argumentar la confianza que se deposita actualmente en este sistema financiero.
Una vez nos hemos registrado en un portal como el anterior, pronto nos encontramos ante sustanciales beneficios que superan con solvencia otros recursos del mercado de valores. En este sentido, la privacidad se antoja como uno de los aspectos más destacados, más todavía si tenemos en cuenta que nos encontramos en un mundo transversalmente marcado por la exposición de nuestros datos. Si bien es cierto que las operaciones quedan registradas en el blockchain, también lo es que nuestra identidad se protege en todo momento, evitando que nadie conozca las operaciones que llevamos a cabo.
Por otro lado, la seguridad es también un punto que debemos tener en cuenta, ya que las criptomonedas detectan potenciales errores y los solventan inmediatamente. Un factor que, junto a la transparencia del libro de registros, actúa como pilar de nuestra tranquilidad. Hablamos de un sistema descentralizado que se sigue revalorizando constantemente, por lo que resulta de lo más interesante apuntarse a esta nueva tendencia de la economía y anticiparse a las próximas revalorizaciones que el bitcoin, y las otras monedas digitales, podrían experimentar en los años venideros. Porque la privacidad, seguridad y transparencia son clave en las exigencias del inversor y el blockchain es sinónimo de ello.
Un sistema descentralizado a prueba de crisis
Las crisis económicas son uno de los riesgos más drásticos a los que nos enfrentamos como sociedad. Tras el duro periodo que se inició en 2008 con la burbuja inmobiliaria, muchos se percataron de que la solvencia de la que tanto disfrutaban no era tan estable como creían; algo que se está repitiendo en la actualidad con la llegada de la Covid-19. La pandemia sanitaria ha ejercido un daño realmente cuantioso en el bolsillo de millones de personas que, en aras de paliar esta situación, han puesto la atención en aquellos sistemas financieros más estables.
Puede que el bitcoin no esté exento de volatilidad; no obstante, su valor no depende de un Estado. Puesto que se trata de un sistema totalmente descentralizado, las guerras, malas decisiones gubernamentales o, por supuesto, la pandemia sanitaria, no influyen en su valor. Responde exactamente a la ley de la oferta y la demanda, por lo que, en tiempos de crisis económica global, muchos han abogado por convertir parte de su dinero en criptomonedas y así disfrutar de un colchón marcado por la seguridad financiera.
A su vez, pero no menos importante, encontramos a aquellas personas que no pueden disponer de una cuenta bancaria -más de mil millones de individuos-. Las criptomonedas no dependen de ningún banco y ya están disponibles las tarjetas de crédito para su uso; por lo que, sabiendo que nos encontramos ante un nuevo modelo económico accesible para todo el mundo, no es de extrañar que se antoje como un cauce de inversión realmente prometedor.