La identificación de cada cabeza de ganado es esencial para poder hacer seguimientos sanitarios y alimentarios de sus derivados
La industria cárnica es una de las más importantes del mundo en cuanto a la generación de alimentos. Sin duda, las granjas de animales son esenciales para controlar la cantidad de kilos que se generan al año y así poder llevar un control tanto higiénico, como sanitario y alimentario de cada una de las cabezas que conforman esas explotaciones.
Sin embargo, en los últimos años se ha puesto el foco en la manera en la que esas granjas crían a sus animales con el fin de evitar el sufrimiento, el hacinamiento y la aplicación de medicamentos y alimentación que empeoran la calidad del producto. Es decir, se trabaja desde los Gobiernos para establecer normativas que se enfocan en hacer de las explotaciones ganaderas lugares sostenibles con el entorno medioambiental, a la par que se dignifica a los animales durante su crianza, traslado y posterior sacrificio.
Por todo ello, dentro de esas normativas se encuentra el identificar a cada animal para conocer la trazabilidad de los productos que se deriven de su carne. Esto ayuda a que, en caso de detectar alguna anomalía, se acuda rápido al lote en el que se incluía dicho animal. También sirve como forma de identificación personal, como su DNI. Pero, ¿qué sistema de identificación es el más adecuado? Sin duda, los crotales para cerdos harán esa función durante toda la vida del animal.
¿Qué son los crotales? Se trata de una pequeña placa identificativa, en la mayor parte de los casos de material plástico, que permite conocer la trayectoria del animal desde que nace hasta que llega al matadero. Estos crotales son puestos en las orejas, se hace con una pistola de machihembrado y es indoloro a la par que rápido. Sin duda, la eficacia que con este método tan sencillo se reporta en la identificación de los cerdos trae muchos beneficios a la cadena alimentaria y sanitaria referente al animal.
Granjas sostenibles, alimentos de calidad
Es evidente que la sostenibilidad viene derivada de una serie de aplicaciones en la producción, en el espacio y en la alimentación de las cabezas ganaderas. Una de las maneras en las que se consigue esta sostenibilidad está derivada de que se aprovechen todos los recursos que se tengan al alcance en beneficio de la producción. Por ejemplo, que la alimentación de los cerdos sea producida, gran parte, en la misma explotación, que las energías que se utilicen sean renovables, que los cerdos campen con cierta libertad y los habitáculos estén limpios e higiénicos; así como que exista una depuración de las aguas fecales. En definitiva, optimizar, al máximo los recursos para autogenerarse y regenerarlos, esa es la clave.
Eso influye en la calidad del producto
Obviamente, la carne de un animal que solo come piensos procesados no es la misma que la de uno que lo hace de piensos naturales, o que consume lo que se produce en su granja de crianza. La carne de unos cerdos criados en granjas sostenibles es de mucha más calidad, ya que el animal no ha sido sometido al estrés en su crianza y, por tanto, se ha mantenido un crecimiento sano y natural.
A llevar ese control ayudan mucho empresas como Livestock Datamars que está especializada en herramientas útiles para ganaderos como crotales, pistolas para medicamentos, pesaje o lectores de chip. Se trata de que el empresario ganadero pueda llevar un control exhaustivo de su explotación para optimizarla al máximo y detectar anomalías con antelación y poner rápidas soluciones.
En definitiva, la industria cárnica se tiene que encaminar hacia la sostenibilidad desde el origen. Los animales, en su caso, tienen que recibir el trato más digno posible y las explotaciones en las que se crían, así como las herramientas para identificarlos también tienen que ir en esa línea. Somos lo que comemos, así que hay que trabajar para que lo que ingerimos sea de máxima calidad y garantía.