Todas las empresas españolas tienen la obligación de formalizar este registro con el fin de conocer pormenorizadamente las retribuciones que obtienen hombres y mujeres. En este sentido, se pueden implementar medidas y políticas que vayan enfocadas a la conciliación familiar, así como a la igualdad salarial, es decir, contra la brecha de género. Se trata de una herramienta de gestión de gran utilidad para la sociedad actual.
Proteger el derecho a la igualdad en el trabajo es una tarea fundamental en la que deben implicarse todos los agentes, desde los empresariales, como la Administración Pública, e incluso, en caso de que sea necesario, los de la Justicia. En este sentido, existe la obligatoriedad que tiene el tejido empresarial español de poseer un registro retributivo en el que se desglosen detalladamente las retribuciones que tienen los hombres y las mujeres que están empleados.
Razón de más para que cualquier compañía, autónomo o Pyme, acuda a una consultora o empresa de formación y gestión de registro retributivo obligatorio, con el deseo de implementar esta herramienta que, además de dar cumplimiento legal, también genera seguridad legal a la plantilla. No en vano, el principal objetivo es erradicar cualquier desigualdad que pueda existir para equiparar el trabajo de los hombres y mujeres que realizan el mismo trabajo, romper con la brecha salarial, y también, con los techos o límites que hasta ahora sufrían muchas trabajadoras por circunstancias sociales, de conciliación o por simple discriminación.
Por todo ello, es importante contar con una buena asesoría experta en la materia, que pueda ofrecer las herramientas y las pautas adecuadas para cumplir con este requisito legal, a la par, que se demuestra un compromiso real con la igualdad entre las y los trabajadores.
Datos que exige el registro retributivo
Lógicamente, el registro ha de cumplir con unos parámetros y una estructura preestablecida, contando con una serie de datos que son imprescindibles para que los datos registrados cumplan con el sentido del mismo. Así pues, en esos archivos han de incluirse todos los salarios de la compañía, por supuesto, incluyendo el de los directivos y el de los altos cargos.
Además, las empresas, autónomos con personal a cargo y Pymes, han de saber que los siguientes datos han de desglosarlos por género, concretamente: el salario total y el salario base, así como la brecha de género de ambos conceptos. Por otro lado, los complementos salariales y las percepciones extrasalariales, identificando en todo caso la diferencia de cuantías entre hombres y mujeres. Así pues, cabe indicar que cada concepto debe desgranarse por categoría profesional, así como por grupo y puesto de trabajo.
Todo ello servirá para calcular la media aritmética global, así como para conocer la media de lo que haya recibido cada grupo profesional, categoría, puesto, etc. Es un paso más obligatorio, ya que a través de esos datos se pueden sacar las conclusiones que estén enfocadas a mejorar los desajustes. Asimismo, cabe recordar que el periodo que se tiene como referencia es el de un ejercicio, es decir, los 12 meses, aunque existen excepcionalidades sustanciales en algunos de los conceptos.
Cómo actuar tras los resultados del estudio
Puede ocurrir, con más frecuencia de la que se pueda pensar, que los datos que arroja el registro retributivo pueden presentar alguna anomalía manifiesta o, en todo caso, que pueda poner de relieve una mala práctica respecto a la igualdad de género en este sentido. Es entonces, cuando la empresa deberá adjuntar en el documento una serie de protocolos y las soluciones que se van a implementar con objeto de rectificar dichos hechos.
En cualquier caso, de no existir representación legal, la información que se facilite corresponderá a las diferencias de porcentajes que se hayan extraído de los datos de las retribuciones entre hombres y mujeres. Y estas, se deben desglosar a tenor de la retribución y la clasificación de la que proceda.
Además de todo lo anterior, para poner remedio a la desigualdad, se han de formalizar una serie de protocolos que vayan, precisamente, enfocados a prevenir cualquier indicio de acoso sexual.