Hagamos un poco de historia. ¿Te gustaría saber cuál es el origen de la palabra “tatuaje”?; pues bien, viene del verbo polinesio Tau que significa dibujar, de donde deriva la palabra Tautau (tatuaje en español o tatoo en inglés). Los tatuajes tenían implícito para muchos pueblos antiguos el deseo de que perdurara la originalidad del hombre hasta su muerte; ya que querían diferenciarse de los animales o de los miembros de otros clanes y/o tribus.
Con el tatuaje se cumplían con ciertos ritos. Por ejemplo en ciertas tribus bereberes de las montañas de Marruecos, a las adolescentes una maga les pincha la barbilla con una aguja impregnada de hollín; les quita la sangre con un trapo y les introduce en las heridas pasta de una hierba azulada llamada elfassa.
Este rito indica que la joven ahora es parte oficial de su tribu o cabila. Dependiendo del tipo de dibujo también pudiera significar que se está pidiendo protección al mundo de los espíritus.
¿Por qué y cómo se elaboran los tatuajes hoy?
Hoy están de moda los tatuajes en el mundo occidental por razones muy diferentes. Algunos dicen que “son un despliegue de creatividad para mostrar que el tatuaje es arte”. También ha cobrado fuerza la práctica del tatuaje quizás porque la juventud (y muchos no tan jóvenes también) se resisten a sentirse iguales a los demás. Otros quieren mostrar un mensaje único cuyo secreto significado se mostrará en la intimidad.
Hoy en día el tatuaje se elabora con una máquina eléctrica que tiene una aguja que puede dar entre 100 a 3.000 pinchazos por minuto; inyectando en la dermis minúsculas gotitas de tinta en cada pinchazo. Se supone que todo el equipo debe estar perfectamente esterilizado y que la aguja sólo se usa una vez y se descarta.
¿Perjudican o benefician?
Hacerse un tatuaje es algo que debe pensarse muy bien porque los pigmentos para tatuajes y los tratamientos con láser para eliminarlos son problemáticos. Además, surge una falsa sensación de seguridad cuando se piensa hacer un tatuaje sin sopesar los pros y los contras.
Algunos lamentablemente han sido desfigurados por un tatuaje mal hecho; o porque les han hecho un tatuaje que no era lo que querían. He aquí el primer gran riesgo: encontrar a un “artista” sin ética.
Si más adelante te arrepientes y quieres eliminar el tatuaje, no hay garantía de que desaparecerá totalmente y los colores más difíciles de eliminar son el rojo (el más tóxico) y el amarillo. Eliminarlos puede llevar un mínimo de 5 o 10 sesiones y puede costar mínimo 100 euros por sesión. Pueden quedar cicatrices y no todos toleran el dolor de las sesiones del mismo modo.
La piel es la primera barrera de defensa de nuestro cuerpo y ella funciona muy bien. Al tatuarnos violamos esta defensa e introducimos en nuestro cuerpo sustancias tóxicas. Las tintas para los tatuajes no están controladas y no hay estudios para autorizar su aplicación.
En parte contienen pigmentos de pinturas para autos, metales pesados; conservantes, alérgenos, sustancias que dañan el material genético o sobre-estimulan el sistema inmunitario. Ante esto no podrás hacer nada para minimizar las consecuencias que tarde o temprano vendrán.
Además, el propio proceso de los tatuajes puede generar infecciones; bien porque los propios gérmenes de la piel penetran en la dermis o porque la tinta utilizada contiene algún virus.
Visto todo esto, los tatuajes sí perjudican nuestro cuerpo, por eso muchos dermatólogos aconsejan: “Antes de hacerte un tatuaje, piénsatelo bien”; al final la decisión queda en manos de cada persona y es algo muy personal.