La normativa para la instalación de la caldera de gas en el hogar es muy concisa y se rige por decretos nacionales e indicaciones comunitarias que tiene en la sostenibilidad su principal argumento. El Real Decreto de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE) que se aprobó en 2013, en primer lugar, y la normativa energética de la Unión Europea en 2015, después, han modificado los requisitos y condiciones para la instalación de este elemento esencial en el bienestar de los ciudadanos.
El primer punto es primordial para entender la regulación: solo se pueden instalar calderas de condensación, que son aquellas que se alimentan del aire exterior y que tienen un elevado rendimiento porque aprovechan el calor que se genera a partir de los gases evacuados de la combustión para calentar de nuevo el agua. Es un circuito cerrado que ha conseguido reducir el consumo de gas y, por tanto, mejoran la relación con el medio ambiente. La búsqueda del máximo compromiso con la sostenibilidad ha llevado a la instalación de calderas de condensación que se combinan con un sistema de placas solares que aporta la energía requerida para poner en marcha el aparato.
El cambio de la norma ha dejado un amplio margen de adaptación a las empresas del sector, ya que no se prohíbe la instalación de aquellas calderas antiguas siempre y cuando su fecha de fabricación sea anterior a la puesta en marcha de la legislación actual, es decir, de 2013. La producción, a partir de ese año, está prohibida, así que llegará un día en que solo haya calderas eficientes en los hogares. Además, desde el punto de vista comercial, solo se permite anunciar los modelos nuevos.
Las calderas tienen diferentes niveles, en función de las necesidades de cada casa, un aspecto que los ciudadanos deben tener muy en cuenta cuando solicitan la instalación. La potencia se multiplica por dos, entre 20 y 45 kilovatios. El tamaño de la vivienda es el factor principal que determinará esta decisión, si bien otros aspectos adquieren importancia como la temperatura interior que se genera de forma natural o la presente en el exterior de la casa.
Normativa europea
La UE ha puesto el acento en el carácter sostenible y de eficiencia energética en este sector; y exige un sistema de etiquetación de la caldera que confirma que sigue los criterios comunitarios. Dicho etiquetado resulta obligatorio. El objetivo es mejorar el rendimiento y reducir las posibles consecuencias contaminantes. La línea va encaminada hacia una producción única de calderas de condensación, que son aquellas que ofrecen mejores resultados, con bajos niveles de consumo y de emisiones. Esta orientación de la UE también se dirige hacia la regulación de los niveles de ruido de las calderas, que se establecen por debajo de los 60 decibelios.
Los mayores niveles de eficiencia alcanzados con la nueva normativa se consiguen gracias a que la energía procede del vapor de agua y esto se traduce en una recuperación total o parcial del calor perdido. Es un sistema de regeneración mejora el rendimiento en un treinta por ciento, en comparación con el modelo tradicional. El uso de una cámara cerrada, conocida como caldera estanca, impide pérdidas y optimiza los recursos. Esto tiene una buena respuesta hacia el medio ambiente, ya que se necesita menos energía para obtener un rendimiento superior. Estas características tienen un resultado en el bolsillo de los ciudadanos, ya que el ahorro de dinero es evidente, tanto en el uso diario como a largo plazo, porque la vida útil de la herramienta se prolonga.
Sustituciones
La sustitución de una caldera sigue una normativa especial y diferencia dos modelos. La caldera estanca se instala en viviendas unifamiliares que están aisladas o en aquellos bloques de edificios que tienen la extracción de humos en el tejado. La caldera de bajas emisiones o de condensación, también conocida como clase 5, se instalará en el resto de viviendas. Los instaladores de climatización conocen con detalle los requisitos en cada vivienda y cumplen con la misión de instalar, además de explicar a los propietarios la actual situación en esta materia.
Los profesionales del sector, tanto fabricantes como instaladores, han realizado un notable esfuerzo de formación y adaptación para cumplir con la normativa y hacerla llegar a los hogares. Forman parte de una cadena que tiene como reto conseguir que un elemento tan básico y necesario en un hogar, una caldera de gas, responda a criterios sostenibles y eficientes.; y mejoren así la vida de los ciudadanos. La mejor elección es recurrir a empresas especializadas que realizan informes sobre la situación de cada vivienda y ofrecen la mejor posibilidad en la instalación de una caldera, desde el punto de vista energético, sostenible y de ahorro económico. El proceso es rápido, no más de 24 horas, y la garantía se establece en un mínimo de tres años.
