Viajar a un lugar de bajas temperaturas exige planificación. No se trata nada más de empacar prendas gruesas, sino de pensar en cómo mantenerse abrigada sin cargar demasiado. Un error común es llenar la maleta con ropa pesada que ocupa mucho espacio y termina sin usarse. La clave está en conocer cómo vestirse en capas, elegir tejidos adecuados y prever los cambios de clima durante el día. Tanto para escapadas cortas como para estadías más largas, seleccionar bien cada prenda te hará disfrutar del viaje sin preocuparte por el frío ni por el peso del equipaje.
Vestirse en capas: el principio básico para el frío
Una de las maneras más eficientes de conservar el calor corporal es vestirse por capas. Esta técnica consiste en usar varias prendas finas que, juntas, crean una barrera térmica efectiva. La primera capa debe estar en contacto directo con la piel. Lo ideal son prendas transpirables, que mantengan el cuerpo seco sin perder calor. Los tejidos de algodón o térmicos cumplen bien esa función.
Una segunda capa retiene el calor corporal. Aquí entran en juego tejidos como la lana o el polar. La última capa debe proteger del viento, la lluvia o la nieve. En este punto, lo más recomendable son las casacas impermeables o abrigos térmicos que cierren completamente. De esta forma, es posible adaptarse a cambios de temperatura sin complicaciones: basta con quitar o poner una capa según sea necesario.
¿Qué tipo de ropa incluir para la parte superior?
Comenzar con polos térmicos o de manga larga es una buena base para cualquier día frío. Estas prendas funcionan como primera capa y son útiles tanto para actividades al aire libre como para momentos más tranquilos dentro de un café o museo. Existen modelos femeninos que combinan funcionalidad con buen diseño, ideales para usarse solos si sube un poco la temperatura. Una alternativa recomendada para esta categoría son los polos mujer, por su variedad de estilos y materiales pensados para climas fríos o templados.
Una o dos chompas para mujer bien elegidas marcan la diferencia. No es necesario llevar muchas. Lo mejor es optar por diseños que combinen fácilmente con distintas prendas inferiores. La lana gruesa o el tejido de punto ofrecen calor sin necesidad de llevar muchas capas adicionales. Igualmente, hay chompas que tienen cuello alto o medio cierre, lo cual permite prescindir de bufanda en ciertos momentos.
Para el exterior, contar con una prenda robusta es esencial. No solo protege del frío, sino también de la humedad y el viento. Un buen abrigo puede transformarse en el protagonista de cualquier conjunto y ofrece abrigo sin necesidad de usar muchas prendas debajo. Se recomienda optar por tonos neutros o modelos reversibles, ya que permiten más combinaciones sin repetir el mismo look. Una opción confiable en términos de calidad y estilo la encuentras en la colección de abrigos mujer, donde hay alternativas térmicas, largas, cortas o impermeables.
¿Qué incluir para la parte inferior y los pies?
En climas fríos, muchas personas olvidan que las piernas pierden calor. Incluir pantalones térmicos o con forro interior ayuda a conservar la temperatura corporal. Los jeans ajustados sin protección térmica no son suficientes en destinos con nieve o viento constantes. Aparte, es preciso llevar una segunda capa inferior como leggings o medias gruesas que se usen debajo de otras prendas.
Para los pies, el calzado juega un papel clave. Unas botas impermeables con suela antideslizante garantizan seguridad en superficies mojadas o heladas. Aparte, el uso de calcetines de lana o térmicos previene la pérdida de calor en una de las zonas más sensibles del cuerpo. Es recomendable llevar al menos tres pares, ya que pueden tardar en secarse en condiciones húmedas.