Se trata de un procedimiento que, para iniciarlo, es esencial conocer todos los trámites legales, sabiendo que, una vez comenzado, ambas partes deben cumplir derechos y obligaciones, además de tener en cuenta las múltiples consecuencias.
Desde que en 2005 se procediera a una reforma del Código Civil, en la actualidad, las personas que deseen finalizar su matrimonio, pueden hacerlo a partir de diferentes vías. Eso sí, todas ellas son vías legales, para que el divorcio sea efectivo y se disuelva totalmente el vínculo entre los cónyuges. Aunque muchos piensen lo contrario, lo cierto es que, hoy en día, no es necesario separarse previamente para poder solicitar el divorcio, o al revés, ahora, se pueden iniciar los procedimientos de manera independiente.
En el caso de querer comenzar uno de estos trámites, es muy importante conocer cómo actúa la Ley en cada uno de ellos. En este sentido, para garantizar que el procedimiento se realizará de manera adecuada, lo mejor es contratar los servicios de profesionales del sector. Sin ir más lejos, desde armenterasblanco.com ofrecen todos estos servicios, ya que son expertos en el Derecho de familia, aunque también tratan otros casos de las diversas ramas del derecho existentes. Un despacho multidisciplinar, con un grupo de profesionales especializados y gran experiencia en el sector, que ayudarán y guiarán en todo momento a los usuarios para garantizar el mayor de los éxitos en cada caso.
Diferentes formas de separación
Cuando se habla de matrimonio se hace referencia a la unión o vínculo estable que se lleva a cabo entre dos personas, pudiendo ser de diferente o el mismo sexo. En el momento que dos personas se casan, esta unión se traduce en tener derechos y cumplir deberes, sabiendo que los criterios son iguales para ambas partes y teniendo en cuenta que, en el momento que se genere un conflicto o desacuerdo, es obligatorio cumplir con una serie de reglas de mediación. En base a todo esto, se puede hablar de tres formas de romper este vínculo: la separación propiamente dicha, el divorcio y la nulidad, cada uno con sus efectos legales correspondientes.
Separación
Es el proceso por el cual, el matrimonio decide finalizar su relación en términos de convivencia y, desde ese momento, hacen vida por separado. Hay que decir que esta situación no hace que se rompa por completo el vínculo matrimonial.
Nulidad
Es un concepto que hace referencia a invalidar un matrimonio, es decir, un matrimonio nulo. En el caso de darse esta situación, significa que el matrimonio, a efectos legales, nunca se ha producido.
Divorcio
Se trata de uno de los procesos más habituales para disolver un matrimonio. En este caso, para que sea firme, debe establecerse a partir de una sentencia judicial. Si se inicia un trámite de divorcio, hay que saber que se puede llevar a cabo a partir de dos vías, o bien, por lo contencioso o, por otro lado, de mutuo acuerdo.
Contencioso
Si se inicia un proceso de divorcio contencioso, hay que decir que este se puede llevar a cabo tan solo a partir de una de las partes, no siendo obligatorio el consentimiento de ambos cónyuges. Es importante tener en cuenta que es un trámite mucho más largo y complicado, con el añadido de que es más costoso. Por norma general, cuando se inicia este tipo de procesos, suele afectar a numerosos aspectos de la vida de los cónyuges, ya sea de carácter personal, emocional o incluso laboral.
Para poder iniciarlo, un requisito indispensable es demostrar que han pasado, al menos, 3 meses desde el casamiento, sin embargo, como excepción, en el caso de que una de las partes explique que hay un riesgo para su vida, entonces, se puede iniciar antes de este periodo de tiempo.
Mutuo acuerdo
Para los expertos, se trata del mejor procedimiento que se puede iniciar en estos casos, ya que así, ambas partes están de acuerdo con la separación y, por tanto, el proceso es mucho más rápido y menos complejo. Para llevarlo a cabo, se debe presentar una demanda junto con el convenio regulador correspondiente, donde se establecen los pactos que se han acordado entre ambas partes, tales como custodia de los hijos, en el caso de que los hubiera, régimen de pensiones o incluso el uso del domicilio habitual.