Poner fin a una relación matrimonial suele entenderse como un proceso dramático y crítico en términos emocionales. Es decir: un fracaso en toda regla que las parejas tratan de evitar a toda costa. Pero, ¿y si todo esto fuera una idea equivocada? ¿Y si en realidad la luz no estuviera al final del túnel, sino en el túnel en sí? Este cambio de paradigma en las separaciones ha empezado a calar con fuerza y, si das los pasos adecuados en cada momento, puedes lograr que el divorcio sea un proceso sencillo de llevar. Porque cuando la felicidad brilla por su ausencia, toca buscarla en otro lugar.
La comunicación previa lo es todo
Uno de los mejores trucos antes de divorciarse que te podemos dar es el de apostar por la correcta comunicación en todo momento. Cuando vayas a contarle a tu pareja tu decisión, hazlo con delicadeza, cariño y cercanía. Puede que la otra persona no esté en el mismo punto que tú; sin embargo, si quieres separarte, hay una razón de fondo que ha de plantearse con claridad.
En este orden de ideas, es importante que jamás se pida el divorcio durante una discusión. Cuando las cosas están calientes, es mejor esperar a que recuperen la temperatura óptima. Asimismo, no te dejes nada sin decir. Manteniendo siempre una actitud calmada, explica punto por punto por qué os debéis separar y por qué se trata de una decisión inamovible. Así le será mucho más sencillo a tu pareja entender el estado de la relación para que, como tú, vea que este es el mejor camino a seguir.
Busca a especialistas que os ayuden a resolver los trámites
Una vez ambas partes coinciden en que la separación es irremediable, toca ponerse manos a la obra para iniciar los trámites pertinentes. No obstante, antes de divorciarse lee esto, ya que en dicho post encontrarás todas las pautas correspondientes para dichos procedimientos. Algo que comienza en todos los casos con la contratación de un abogado de familia.
Estos profesionales son los encargados de realizar todas las gestiones legales pertinentes, como es el caso del convenio regulador. Un documento que formaliza las cuestiones relativas al divorcio, estableciendo cómo se va a proceder a partir de la firma definitiva del final del matrimonio. Asimismo, los abogados actúan como figuras mediadoras entre las dos partes para que todo se resuelva mediante el mutuo acuerdo: un divorcio amistoso que se puede solventar en un margen de tres meses.
Mantén la calma y el respeto en todo momento
Al igual que sucede cuando se están explicando los motivos que te han llevado a pedir el divorcio, mantener la calma y el respeto hacia la otra parte es fundamental en el propio trámite. Es posible que tengas ciertos rencores guardados y que, durante los pactos que se van adoptando, quieras dejarte guiar por dicho sentimiento. No lo hagas: solo conseguirás dilatar más lo inevitable.
Este trabajo emocional es, junto al papel que desempeña el abogado de familia, el mejor medio para divorciarse por la vía exprés. Ten en cuenta que el divorcio contencioso obliga al paso por los tribunales y es notablemente más caro que el amistoso. Así que si no lo haces por cuidar de tu futura expareja, hazlo por tu bolsillo.
Una relación formal a futuro como meta
En cuanto el divorcio se haya hecho realidad, no hay por qué eliminar para siempre de tu vida a la expareja. De hecho, lo verdaderamente sano y enriquecedor es cambiar los términos de la relación para guardar cierta formalidad e incluso cariño.
Por norma general, no hay buenos ni malos en un matrimonio que no llega a aquello de “juntos para siempre”. Es más, hoy en día ya es casi lo más habitual. Naturaliza el divorcio, no responsabilices a la otra persona de todos los males del universo y empieza de cero tu vida sentimental. Un camino mucho más embriagador y, en definitiva, feliz.