Cuántas veces has sentido que tus piernas te duelen, parecen de piedra y se te hinchan; sufres de ardor en las zonas donde se ubican algunas de tus venas. Observas que al estar mucho tiempo de pie o sentada el dolor en tus extremidades aumenta y te dan calambres musculares. Es momento de poner atención y alivio a estos síntomas, pues los mismos están relacionados directamente con las varices. Ampliemos hoy este interesante tema sobre las varices, tipos, causas y tratamientos.
Las venas varicosas son muy comunes; y casi siempre por desórdenes hormonales, afectan a más mujeres que a hombres; hay varices internas y externas. Y aunque la mayoría de las veces las varices no causan mayores complicaciones, en otras ocasiones los problemas de circulación dan como secuela un deficiente flujo sanguíneo y la afectación de las venas. Generalmente, los síntomas que causan las varices suelen mejorar muchísimo al caminar, hacer actividad física y al elevar las piernas.
Causas de las varices
Las varices son venas delicadas en sus válvulas y paredes; esto genera que se hinchen por causa de una insuficiencia arterial crónica y la acumulación anormal de la sangre. Esta condición se agrava al estar de pie o sentado por mucho tiempo, lo que produce dilatación y ensanchamiento de las venas. Este padecimiento también puede deberse a la herencia familiar y la vejez. Aunque con frecuencia están presentes malos hábitos como el sedentarismo, sobrepeso y la obesidad.
Síntomas como la constante hinchazón de las extremidades inferiores, la presencia de dolor frecuente casi siempre al finalizar las actividades del día. Sensación constante de ardor y pesadez, así como cambios en la coloración de la piel dan advertencia de la presencia de varices. Para evitar daños irreparables en la salud es necesario conocer los tipos de varices que existen; y a partir de allí, atender la afectación lo más pronto y mejor posible, para encontrar alivio y calidad de vida.
Tipos de varices
Las varices tipo I son conocidas como varículas y son venas muy delgadas, fácilmente visibles por su típico color violeta. Pudieran causar sensación de pesadez o cansancio, pero generalmente estas varices son más un problema estético que físico.
Las varices del tipo II son bastante evidentes a simple vista y producen sensación de calor, calambre y hormigueo. Incluso, llegan a formarse protuberancias e irritación en la zona donde estén presente.
En cuanto a las varices tipo III, son aquellas que se observan más gruesas y dilatadas; la piel suele presentar cambios de color y los síntomas de hinchazón, pesadez, calambre y hormigueo suelen empeorar cada vez más.
Varices tipo IV requieren ser tratadas a tiempo para evitar males mayores, como lesiones inflamatorias en la piel; incluso úlceras que llegan a infectarse muy fácilmente. Si este es tu caso, debes buscar un tratamiento para varices graves.
Prevención y tratamiento
Actualmente se utilizan tratamientos preventivos y paliativos para combatir las varices, aliviar la sensación de pesadez, el dolor y el ardor; así como propiciar una mejor circulación en la zona. Entre estos tratamientos están el uso de medias de compresión, que evitan la aparición de las varices, y la hidroterapia. Un bajo consumo de sal para evitar la retención de líquidos; evitar el uso de tacones por muchas horas y utilizar ropa que no genere presión a nivel dérmico ni circulatorio.
Por otra parte, una técnica médica muy utilizada es la crioesclerosis; la cual consiste en el uso del frío y de técnicas láser para ocluir la vena con una sustancia química llamada esclerosante. Con ello, se consigue eliminar ese trayecto venoso de la circulación sanguínea y traer un gran alivio de los síntomas. La crioesclerosis es una técnica muy efectiva, que no causa daños a la piel. Esta técnica generalmente requiere varias sesiones para garantizar su efectividad.